Improvisación, Fundamentos de Composición, Analisis Musical e Interpretación.
Blog sobre la creación musical en múltiples facetas, desde la improvisación a la composición basada en el análisis y los resursos para esas actividades.
(Fundamentos de Composición, Análisis Musical, Improvisación, Informática Musical, TICs aplicadas a la música)
Se conoce como "efecto Mandela" a recuerdos que se asegura son verdaderos, incluso de manera colectiva, pero que son erróneos. Asumir y jurar que una realidad que es falsa, ha existido.
¿Alguna vez has cantado a pleno pulmón... y equivocadamente? Bienvenido al Efecto Mandela musical.
¿Estás absolutamente seguro de que "We Are the Champions" de Queen termina con un épico "...of the world!"? ¿Jurarías que Jimi Hendrix cantaba "Excuse me while I kiss this guy"? Si es así, no estás solo. Pero, y si te dijera que tu memoria te está jugando una mala pasada colectiva?
Bienvenido al fascinante mundo del Efecto Mandela en la música, ese fenómeno por el que miles, incluso millones de personas, compartimos recuerdos vívidos e inequívocos sobre letras de canciones o detalles musicales que, en realidad, nunca fueron así. Nuestra mente, en un acto sorprendente de creación colectiva, ha "completado" o "alterado" lo que realmente escuchamos, generando versiones alternativas que sentimos más ciertas que la propia realidad.
En este artículo no solo exploraremos algunos de los ejemplos más emblemáticos—desde el "baño a la derecha" en 'Bad Moon Rising' de Creedence hasta la ausencia del artículo "The" en bandas como Eagles o Ramones—sino que también indagaremos en la ciencia detrás de este curioso suceso. ¿Por qué nuestro cerebro insiste en recordar "you've been struck by" en 'Smooth Criminal' de Michael Jackson, cuando la letra repite "you've been hit by"? La respuesta reside en una combinación de fonética, expectativas cerebrales y la poderosa influencia de la cultura popular.
Prepárate para cuestionar todo lo que creías saber no solo sobre tus canciones favoritas. Porque, como veremos, a veces la letra correcta es mucho menos memorable que el error que hemos convertido en verdad.
Mientras que el libro de Gerald Eskelin se centra en desmontar los mitos y simplificaciones que la educación formal a menudo repite como dogmas (como la vida de los compositores o las "reglas" del lenguaje musical), el Efecto Mandela revela una versión más orgánica y popular del mismo fenómeno: la creación colectiva de recuerdos falsos sobre la cultura que nos rodea.
Y es que esas "mentiras de profesor de música" se convierten en dogmas que se repiten a generaciones y multiplican el efecto Mandela con afirmaciones tajantes que no tienen sustento real. Un ejemplo notable es el famoso diabulus in musica asociado al tritono (ver)
Podemos establecer varias conexiones clave:
1. La Autoridad vs. La Colectividad: Dos Fuentes de "Verdad" Equivocada
La figura de autoridad (el profesor) que, a menudo de buena fe, muchas más veces por dejadez y falta de lectura, transmite una anécdota exagerada o una regla simplificada que se acepta sin cuestionar. Ejemplo: "Beethoven era sordo y por eso compuso música más emocional".
Esta mentira multiplica el Efecto Mandela, muestra cómo la colectividad se convierte en su propia autoridad. No es un experto el que nos dice la regla incorrecta, sino que son nuestros propios recuerdos compartidos los que crean una "regla" paralela. Ejemplo: "Todo el mundo sabe que está prohibido duplicar el bajo en el acorde de 6a, ¡es la tercera! suena mal."
2. El Mecanismo Subyacente: La Narrativa que Busca Coherencia
Tanto los mitos del libro como los recuerdos del Efecto Mandela surgen de nuestra necesidad cerebral de crear narrativas coherentes y satisfactorias. Las mentalidades controladoras y condescendientes necesitan de esta afirmación colectiva, de las "reglas" inventadas.
Una gran fuente de realidad inventada musical en teoría de la música son los libros de Piston o Schoenberg. Libros que, a pesar de su importancia en su época, tienen un gran número de errores que asumen como verdades y que se repiten de generación en generación como efecto Mandela imposible de erradicar ya que está abalado por una fuente de autoridad. Del mismo modo, muchos profesores no se cuestionan o contrastan lo que les enseñó su maestro, venerando sus apuntes y sus clases cual fanático de una secta. ¿Para qué contrastar datos o cambiar procedimientos si eso requiere un esfuerzo? Es como serle infiel al profesor de su vida. En esencia, se convierten en magos de la mentira: "mentiras que nos contamos entre fans" y esperan la misma fidelidad de sus alumnos que la que ellos profesan a sus modelos.
Algunos ejemplos:
Hace ya años me cansé de luchar en una batalla perdida. En el contexto de un conservatorio se da por sentado que la evaluación extraordinaria de septiembre es "un examen". Sin embargo, la palabra "examen" con todo lo que conlleva, no aparece ni una sola vez nombrada en nuestro sistema educativo, tampoco en la normativa sobre Enseñanzas Artísticas. La "evaluación extraordinaria" no establece en ningún momento que el alumno pierda todos sus derechos a la evaluación según los principios pedagógicos, ni establece un modelo de evaluación de mínimos para obtener una calificación.
El examen como único modo de validar los datos de conocimiento de un alumno es una obsesión especialmente en España. En cuanto algo da problemas, todo se soluciona con un examen.
Pero no hay más que hacer una búsqueda Ctrl+F en cualquier documento de currículo y ver que esa palabra ni se nombra.
Algo similar ocurre con la prueba sustitutoria para los alumnos que pierden el derecho a la evaluación continua. El legislador aquí habla de algo que no puede anular: un derecho. La realidad es que si un alumno no acude a clase, no se tienen datos de sus progresos, no es posible un seguimiento en el aula. Por ello, se le sustituye la evaluación por una prueba. Pero, incluso los inspectores de educación, podrían jurar que lo que pone es un examen ¿De qué otro modo se puede evaluar a un alumno si no es con un examen?
La Armonía inerte
Si en alguna asignatura del conservatorio se multiplica el conocimiento inerte es en Armonía. Se enseñan reglas para hacer bocetos con un lápiz de música que no va a sonar (y, con perdón, que suena como a rancio que da pena) y que no sirve para nada. El modelo "Gradus Ad Parnassum" supone que todo parte de las reglas o prohibiciones y toda la asignatura supone aprender a resolver sudokus de redondas, con la memoria racional y que no tiene una experiencia musical.
En ¿el mejor de los casos? el alumno consigue realizar un examen que agrada el ansia de conocimiento de reglas y dificultades del profesor, puro malabarismo sin sentido que, además, contiene reglas inventadas.
Siempre me ha sorprendido que en Historia de la Música se estudia que "ya en tiempo de Monteverdi (principios siglo XVII) se utilizaba la disonancia sin preparación" mientras en las clases se repite la formula: preparación, percusión y resolución, más como ejercicio gimnástico de lápiz que de comprensión sonora.
La reforma de la educación musical que empezó en el año 1992, ha perpetuado el modelo rancio de Armonía aburrida e inútil, que pierde su capacidad para introducir al alumno en la audición comprensiva, la interpretación de las armonías y los acordes en estructuras, la improvisación y la escritura más allá de la ¡escritura de voces! ¿Cuántos de los adolescentes aspiran a ser compositores de música para coro? ¿Qué tiene de malo o perturbador escribir Armonía para instrumentos?
Pero no podemos superar el efecto Mandela ¡Todos los grandes músicos estudiaron así! Transformemos esto en una pregunta ¿Todos los grandes músicos estudiaron así? ¡ROTUNDAMENTE, NO!
Y esto resulta lo más descorazonador, la enseñanza de la composición o la armonía, la música en general era más "moderna" en el pasado (el anterior al idolatrado por los fanáticos de la mágica secta del Plan66 que estudiaban más que nadie) que en nuestros días.
¿Exageraciones?
Para nada, baste como ilustración la portada de un libro sobre Armonía que destaca dos elementos sobre el contenido: ¡lápiz y goma de borrar! ¿Dibujar la música o experimentar el sonido? No debería ser un dilema, para un músico solo hay una opción.
Revisemos nuestro particular efecto Mandela y actualicemos la educación musical para que no se convierta en un cúmulo de conocimientos inertes.
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